Actualmente, la humanidad ha tenido que acostumbrarse al uso obligatorio del tapabocas. De no hacerlo, se corre un riesgo inminente.
Utilizar tapabocas no era muy usual, pero ahora resulta más que obligatorio, necesario llevarlo puesto. A eso nos ha obligado el nuevo Coronavirus y, aunque son muchas las preguntas que se plantean, se podría decir que la más frecuente es: ¿cómo sé si mi tapabocas es ”bueno” o es ”malo”? La calidad es determinante. Se habla de materiales y otras cuántas características.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Duke, publicado hace poco en la revista ‘Science Advance’, propuso analizar diferentes tipos de mascarilla y medir su efectividad. Este estudio se desarrolló bajo la técnica de revisar la filtración de las gotas de saliva mientras las personas hablaban, tosían o estornudaban.
”Los investigadores utilizaron una caja negra a través de la cual pasaban un rayo láser para formar un delgado haz de luz, mientras que por un orificio una persona con diversos tipos de tapabocas hablaba y en el otro extremo una cámara de teléfono celular registraba la dispersión que tenía la luz por efecto de las gotas expulsadas.”
Entre los tapabocas que se analizaron, se encuentran los conocidos N95, los elaborados en algodón y, no podían faltar los más modernos, con nuevos diseños e incluso, con bufandas.
Se realizaron varias pruebas que arrojaron como resultado, que los tapabocas más efectivos y los que más contuvieron las gotas, fueron los N95, las mascarillas quirúrgicas de tres capas y los de algodón, que son más comunes. Por otra parte, los menos efectivos fueron los cuellos, bufandas y prendas que se usan en el deporte para retener el viento. Esto, debido a que no están elaborados en materiales anti-fluido y esto hace que las gotas más grandes se dividan en microgotas.