La enfermedad del Chagas, también conocida como tripanosomiasis americana, que se ha expandido por 21 países del continente, llegando incluso a EE. UU. y Canadá, y ha infectado a alrededor de 6 millones de personas, según estimaciones.
“Debemos tomar un momento para reflexionar sobre la enfermedad de Chagas, que afecta principalmente a personas pobres con un bajo accesos a servicios médicos”, afirmó el doctor Tedros Adhanom Ghebeyesus, director general de la OMS, en un mensaje a propósito del primer día mundial de la lucha contra esta enfermedad. Aunque se conoce bastante de ella, muy poca información llega a los habitantes de las regiones en riesgo.
En 1909, el 14 de abril fue diagnosticada por primera vez una niña de dos años, Berenice Soares, con esta enfermedad por parte del doctor Carlos Ribeiro Justiniano Chagas. Más de cien años después, según cálculos de la OMS, entre 10 y 75 millones de personas están en riesgo de contagio, debido al alto número de personas sin diagnosticar o sin tratamiento, la distribución geográfica de los insectos vectores y las vías de transmisión, que puede ser a través de alimentos contaminados, transfusión de sangre, transplacentaria de madre a hijo, por trasplante de órganos y por accidentes de laboratorio.
En Colombia, se estima que 480.000 personas pueden estar infectadas, con alrededor de 5.300 casos nuevos por año y 4’800.000 personas es riesgo.
“Esta enfermedad crónica es considerada silenciosa porque es asintomática en sus primeras etapas y se desarrolla en un periodo prolongado de tiempo, de entre 12 y 15 años, lo que dificulta su diagnóstico”, comenta Felipe Guhl, profesor emérito y director del Centro de Investigaciones en Microbiología y Parasitología Tropical (CIMPAT) de la Universidad de los Andes, quien recuerda que solo el 30 % de las personas infectadas puede desarrollar síntomas de cardiopatía en un estado avanzado de la enfermedad.Lo importante es dar a conocer cómo y en dónde se transmite la enfermedad de Chagas y tomar medidas para disminuir el riesgoFelipe GuhlProfesor emérito
“Conocemos las regiones de mayor riesgo de transmisión y tenemos identificados a los insectos vectores, por lo que es importante avanzar en la eliminación del contacto humano y vector para reducir su transmisión”, asegura el profesor Guhl, biólogo y microbiólogo de la Universidad de los Andes, quien se ha dedicado a su estudio.
Entre las medidas a adoptar, destaca las masivas campañas de fumigación y la transformación de la vivienda rural para reducir los lugares de hábitat del insecto.
Existen distintas pruebas diagnósticas disponibles para identificar el número real de personas infectadas, así como tratamientos de la enfermedad, por lo cual “lo importante es dar a conocer cómo y en dónde se transmite y tomar medidas para disminuir el riesgo”, concluye.
A partir de 1995, se decretó en Colombia un análisis obligatorio de sangre a ser transfundida para disminuir los riesgos de contagio. También se crearon dos de las cinco iniciativas continentales para el control vectorial y transfusional de la enfermedad y también su tratamiento: la iniciativa de los países andinos Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela y la iniciativa de los nueve países de la cuenca amazónica.
Adicionalmente, los estudios ecoepidemiológicos de los diferentes escenarios de transmisión a nivel nacional han permitido una mejor comprensión del parásito y su adaptación al hábitat humano, así como el diseño escenarios futuros a partir de modelos matemáticos y teniendo en cuenta la problemática del calentamiento global.